
Érase una vez, en un reino mágico llamado Arcoirislandia, donde vivían muchos unicornios de diferentes colores y poderes. Ellos eran felices y pacíficos, y cuidaban del arcoíris que iluminaba su cielo.
Pero un día, una bruja malvada llamada Malicia llegó al reino y quiso robar el arcoíris para usarlo como fuente de su magia oscura.
Ella lanzó un hechizo sobre el arcoíris y lo atrapó en una jaula de hierro. Luego, se lo llevó a su castillo en la montaña más alta.

Los unicornios se quedaron muy tristes y asustados, pues sin el arcoíris, su reino se volvió gris y sombrío. Ellos sabían que tenían que recuperar el arcoíris antes de que la bruja lo destruyera.
Entonces, tres valientes unicornios se ofrecieron para ir a rescatar el arcoíris. Ellos eran:
– Azulina, una unicornio azul que podía controlar el agua.
– Rosita, una unicornio rosa que podía hacer crecer las flores.
– Amarillo, un unicornio amarillo que podía lanzar rayos de luz.

Los tres amigos se despidieron de los demás y se pusieron en camino hacia el castillo de la bruja. En el camino, tuvieron que enfrentarse a muchos peligros y obstáculos, como un río furioso, un bosque espinoso y un dragón de fuego.
Pero gracias a su ingenio, su valor y su amistad, lograron superar todos los desafíos y llegaron al castillo. Allí, vieron al arcoíris encerrado en la jaula, que estaba custodiada por la bruja y sus secuaces.
– ¡Miren! ¡Ahí está el arcoíris! – exclamó Azulina.
– ¡Tenemos que liberarlo! – dijo Rosita.
– ¡Pero cuidado con la bruja! – advirtió Amarillo.
Los tres unicornios se escondieron detrás de unas rocas y esperaron el momento oportuno para atacar. Cuando la bruja se distrajo con sus pociones, ellos salieron corriendo hacia la jaula.

– ¡Alto! ¡Quiénes son ustedes y qué quieren! – gritó la bruja al verlos.
– ¡Somos los unicornios de Arcoirislandia y venimos a recuperar nuestro arcoíris! – respondió Azulina.
– ¡Ja! ¡Eso nunca lo permitiré! ¡El arcoíris es mío y nadie me lo quitará! – dijo la bruja.
Entonces, la bruja lanzó un rayo negro hacia los unicornios, pero Amarillo lo desvió con su luz. Luego, Rosita hizo crecer unas enredaderas que atraparon a los secuaces de la bruja. Y finalmente, Azulina usó su agua para romper la jaula y liberar al arcoíris.

– ¡Lo logramos! ¡El arcoíris está libre! – celebró Rosita.
– ¡Vamos! ¡Tenemos que escapar de aquí! – dijo Amarillo.
– ¡Síganme! – indicó Azulina.
Los tres unicornios tomaron al arcoíris con sus cuernos y salieron volando del castillo. La bruja los persiguió con su escoba, pero no pudo alcanzarlos.
– ¡Malditos unicornios! ¡Me las pagarán! – rugió la bruja.

– ¡Adiós, bruja malvada! ¡Nunca más volveremos a verte! – le gritaron los unicornios.
Los tres amigos regresaron a Arcoirislandia con el arcoíris. Los demás unicornios los recibieron con alegría y agradecimiento. El arcoíris volvió a iluminar el cielo con sus colores y el reino recuperó su magia y su felicidad.

Y así termina esta historia, en la que tres valientes unicornios salvaron al arcoíris de una bruja malvada y demostraron que con amistad, valor e ingenio, se puede vencer cualquier mal.
FIN